VIVIR Y MORIR DE LITERATURA
Hace
unos días estuve en Richmond, Virginia, en un museo dedicado a Edgar
Allan Poe. Se trata de una pequeña y sombría construcción que contiene
el mayor acervo de manuscritos y objetos personales del autor: cartas,
borradores, primeras ediciones, su bastón, su cama, su escritorio y
hasta un mechón de cabello. Al visitarlo no pude sino pensar en la
enorme influencia que Poe ejerce sobre la literatura de nuestros días:
su presencia es tal que lo citamos muchas veces sin saberlo. Son tantas
sus contribuciones a la literatura que los críticos le llaman maestro
universal del relato corto, renovador de la novela gótica e inventor del
relato detectivesco.
No obstante, salí del museo pensando que el mayor reto que enfrentó
Poe no estaba en la literatura, sino alrededor de ella: fue ser el
primer escritor norteamericano que intentó hacer de la escritura su
modus vivendi, convicción que le acarreó serias consecuencias.
Aunque nació en Boston en 1809, Poe vivió su infancia en Richmond y
se consideraba a sí mismo un habitante de Virginia. En esta ciudad
estudió y aquí consiguió su primer empleo como periodista. Incluso se
sabe que cuando era un muchacho solía nadar en el río James, que está
sólo a unos metros del museo. Se dice que era tan bueno en eso que nadie
ha logrado batir el récord que impuso nadando seis millas en la
corriente.
Según la señora que nos vende las entradas, "aquí los estudiantes
leen a Poe como si fuera Shakespeare", es decir que desde pequeños se
familiarizan con su obra, la escuchan, la discuten, leen sus poemas y
cuentos en voz alta. Por supuesto, los fuereños sabemos que eso no
ocurre sólo aquí. Muchos relatos suyos siguen contándose entre las
lecturas favoritas de los jóvenes en todo el mundo, y no pocas de sus
obras han dado origen a películas, cómics y obras de teatro ("La caída
de la casa Usher", "Los crímenes de la calle Morgue", "El pozo y el
péndulo", "El gato negro" y "El escarabajo de oro").
Mi impresión, no obstante, es que en Richmond existe una especie de
remordimiento histórico porque el autor no fue apreciado en su momento:
las casas donde vivió fueron demolidas y durante décadas sus textos
fueron considerados relatos de simple entretenimiento, más que alta
literatura. Quizá eso explica que, a pesar de que en vida llegó a ser un
escritor muy popular, Poe llegara al último de sus días pasando muchas
dificultades para sostenerse con lo que le pagaban por sus textos. De
hecho, las cédulas del museo admiten que por publicar "El cuervo" Poe
recibió sólo 15 dólares.
Si bien se sabe que murió el 7 de octubre de 1849, se desconoce la
causa exacta de su muerte. De hecho, es un auténtico enigma. Los
archivos indican que el 3 de octubre de ese año, Poe fue encontrado en
las calles de Baltimore "muy angustiado" "en estado de delirio" y
"necesitado de ayuda inmediata". Vestía unas ropas muy gastadas que no
eran suyas. Fue llevado al Hospital Universitario de Washington, donde
murió cuatro días más tarde, pero en ese lapso no tuvo un solo momento
de lucidez que le permitiera explicar qué le ocurría. Sólo cuatro
personas asistieron a su funeral.
Hay muchas hipótesis respecto a la causa de su muerte: alcoholismo,
diabetes, congestión cerebral, cólera, sobredosis de droga, fallo
cardiaco, rabia, tuberculosis. Una de las explicaciones que suenan más
descabelladas sugiere que fue captado por agentes electorales que lo
indujeron a beber para hacerlo votar varias veces y luego lo abandonaron
a su suerte totalmente borracho. Dado que ninguna de las hipótesis ha
sido comprobada, el misterio persiste. No podía irse de otra manera el
autor de "Los asesinatos de la calle morgue".
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