viernes, 12 de septiembre de 2014

El plan de estudios de Literatura es perfecto para destruir lectores

Uno quisiera pensar que se enseña hoy mejor la literatura que cuando éramos críos, en aquellos tiempos en que los dinosaurios se aburrían en las tardes pardas y frías de invierno, monotonía de lluvia tras los cristales, mientras el profesor explicaba con voz pastosa las características épicas del Cantar del Mio Cid y cualquier alumno avispado suponía que Rodrigo Díaz de Vivar echó a los moros de aburrimiento.

Pero no. Las reformas educativas con que los ministros han asolado el cerebelo de varias generaciones no han enderezado la nave literaria hasta poner la proa apuntando al vicio lector. No se lee un pijo en España, se desprecia la literatura, no sólo española sino también universal, y los planes educativos siguen oliendo a ropero viejo. Voy a los programas educativos desde 1º de ESO hasta 2º de Bachillerato de un par de comunidades autónomas (Madrid y Murcia), y compruebo que nadie aplacó al mester de clerecía. Que sigue entrando a clase cuando los críos son brotes tiernos y maleables. Lengua y literatura es hoy como en los tiempos de Adolfo Suárez. El diseño de los programas parece pensado para que los críos hagan todo lo posible para no leer.



Se enseña la historia de la literatura española en estricto orden cronológico, desde la Edad Media, en los cursos más bajos, hasta la Transición en cuarto de ESO. Después, en bachillerato, se repite la jugada: de la Edad Media a lo contemporáneo, esta vez con más complejidades. Me preocupa lo primero y me ha preocupado desde que fui consciente del peligro que corrí durante la secundaria: a los chicos y chicas en edad de engancharse a la lectura (o aborrecerla para siempre) se los somete a los rigores crípticos del medievo, las virguerías semánticas del barroco y el tufo naftalino del romanticismo español. No me entiendan mal: todas estas corrientes tienen obras fabulosas, pero no son, ni mucho menos, aptas para personas con un bajo nivel de lectura. Y no son lo más idóneo para demostrarle a un crío que la literatura vale la pena.
Tenemos uno de los índices de comprensión lectora más bajos del mundo desarrollado y, visto lo que se enseña, me parece comprensible. Desde que se inventó la caspa, la obsesión del sistema es que los alumnos aprendan la historia de la literatura española, como si la educación sirviera para ganar partidas del Trivial. El resultado es que los críos, pasados unos años de la graduación, ni se acuerdan de lo que son las jarchas ni tienen el más mínimo interés por la última novela de Jonathan Franzen.
¿De qué sirve entonces concentrar todos los esfuerzos de los profesores en meter con calzador a alumnos de trece años obras densas y complejas? Yo recuerdo a un profesor especialmente espeso que nos hablaba en tono monocorde de lo divertido que era Quevedo y del humor en los textos deMihura. Nosotros le llamábamos el Madaleno y nos preguntábamos si aquel señor de gafa y peluquín que hablaba tan serio de lo tronchante que es Cela se habría reído una sola vez en su vida.
Cuando mi padre era crío y se quedaba solo, una de las pocas distracciones que tenía era la lectura, lapidación de gatos aparte. Así, los niños en blanco y negro alternaban libritos del oeste de Lafuente Estefanía, sembrados de tiros, con los tebeos del Capitán Trueno. La siguiente generación, ya seducida por la televisión, disfrutó con las aventuras de los Cinco y los Siete Secretos, y más tarde llegaría el detective Flanagan, y después las Pesadillas de R.L. Stine, elBarco de Vapor o la serie Leo-Leo. Cuando los videojuegos ya dominaban la tierra, apareció el diosecillo redentor Manolito Gafotas, y poco después llegóHarry Potter, capaz de apagar una PlayStation con un rayo de su varita mágica.


Sin embargo, los niños que leen hoy son pocos, y además son unos rebeldes. Tienen seguramente padres lectores, y ya sabemos cuánto escasea la lectura entre los adultos. Pero cuando estos afortunados entran a clase de Lengua, comparten su tedio con el de los borricos. Porque los versos de Vicente Aleixandre no entran a los trece años. A veces no entran ni a los treinta y tres.

¿Cómo vencer al videojuego con esta manera de enseñar literatura? El videojuego es fenomenal. Pero por más que este octavo arte evoluciona y mejora, todavía no ha conseguido lo que un buen libro: desarrollar la parte abstracta del cerebro, donde se fraguan las ideas y los razonamientos; ejercitar la memoria, que les vendrá bien a los futuros adultos en este mundo con Google y alzhéimer; estimular la imaginación y el sentido crítico y afinar la capacidad de concentración.
Los enciclopedistas franceses y los tiranos saben que la lectura forma ciudadanos críticos y prevenidos contra el engaño. Me pregunto a qué grupo pertenecen los que diseñan los planes de estudio de literatura en los ministerios españoles, porque, aunque sé que es importante que los críos adquieran una idea de la riqueza literaria que ha producido España, para que puedan valorar el tesoro primero tienen que adquirir la herramienta.
Vendría muy bien que los planes de estudios emplearan esos años cruciales de la secundaria en regar a los chicos con lecturas capaces de engancharlos a los libros en lugar de echarles encima toneladas del polvo de nuestras bibliotecas. Si no, estas acabarán evocando las primeras estrofas del Cantar de Mio Cid. Estrofas que yo no disfruté hasta mucho después de abandonar el instituto, donde las odié intensamente, y que dicen así:
Con sus ojos muy grandemente llorando
tornaba la cabeza y estábalos mirando:
vio las puertas abiertas, los postigos sin candado,
las perchas vacías sin pieles y sin mantos
y sin halcones y sin azores mudados.


EDITORIALES INDEPENDIENTES: SEDUCTORAS Y CARISMÁTICAS

Arriesgadas, innovadoras y carismáticas, las editoriales independientes llegan con más fuerza que nunca a la Feria Internacional del Libro de Bogotá. En tiempos en los que solo se habla de la crisis del sector, ellas llenan vacíos, seducen y venden.


A veces los libros quedan pesados. Se usa un papel más grueso, se escoge un formato más grande y se pone una cubierta más dura. Esto no tendría por qué importarle a nadie, pero a los editores independientes les concierne, pues son ellos los encargados de alzarlos, llevarlos de librería en librería y transportarlos de regreso. No hay intermediarios.
Después de idear y desarrollar un proyecto, hay que salir a la calle a venderlo con la energía que quede. Ahí, irónicamente, radica el encanto de su independencia: llevan sobre los hombros el peso de sus libros y luego tienen el privilegio de disfrutar esa reconfortante ligereza que produce descargarlos y compartirlos.
Las editoriales independientes surgen de personas que adoran los libros y deciden invertir sus ahorros en un negocio poco rentable pero satisfactorio. Su interés no es hacerse millonarias, sino poner sobre el papel las ideas que les gustaría ver publicadas.
Aunque desde hace un par de décadas han venido surgiendo proyectos editoriales de este tipo en el país –como Ícono, La Carreta, Babel y La Silueta–, hace unos diez años empezaron a multiplicarse y nacieron Peregrino, Laguna, Luna, Jardín, Destiempo, Rey Naranjo, Tragaluz, eLibros y Robot, entre otros. Tenían pocos recursos y publicaban con la esperanza de, al menos, recuperar el dinero invertido, pues no sabían qué esperar de los lectores.
Ahora su situación no es tan incierta. El fenómeno editorial de 2012 fue Memoria por correspondencia, de Emma Reyes, publicado por Laguna y elegido libro del año por la revista Arcadia. Aunque su primer tiraje fue de 1.000 ejemplares, ya se han vendido 6.000 y las librerías siguen pidiéndolo, pues se agota una y otra vez. Algo similar ocurre actualmente con Gabo, memorias de una vida mágica, de Rey Naranjo Editores: sacaron un tiraje inicial de 500 libros para el Hay Festival de Cartagena y luego tuvieron que imprimir 5.000 más.
A pesar de que en el último año las editoriales independientes han adquirido una fuerza insospechada, para muchos todavía es un misterio el hecho de que estas se hayan reproducido como conejos en medio de la crisis del mercado editorial y, en esa medida, también cuestionan su viabilidad a largo plazo. ¿Se trata de una moda pasajera o de un fenómeno con futuro?  
Aprovechar la crisis
El nacimiento de tantas editoriales independientes –en Colombia y en el mundo– se debe, principalmente, a la crisis del sector. “La recesión económica de Europa hizo que casas como Alfaguara y Planeta redujeran su plan editorial y optaran por los proyectos más seguros en términos financieros”, explica David Roa, fundador de la librería La madriguera del conejo. Esto llevó a que quedaran vacíos en la oferta, pues nadie estaba dispuesto a publicar poesía, cuento, ensayo, novela gráfica, traducciones o nuevos escritores colombianos.

A esta situación, además, se sumó un acontecimiento determinante: el cierre, en 2011, de las ramas de ficción y no ficción de Norma, que dejó a muchos autores huérfanos.
Las editoriales independientes, entonces, llegan a suplir las carencias del mercado, en manos de emprendedores carismáticos y trabajadores que ofrecen contenidos originales y hermosos. “No vendemos libros como si fueran zapatos, vendemos experiencias –explica Sergio Escobar, director comercial de Laguna Libros–. La gente quiere sentir algo diferente y lo consiguen a precios asequibles”.
Cuando los fundadores de estos proyectos se dan cuenta de que los une una misma forma de pensar, deciden aliarse y en 2012 crean La Ruta de la Independencia, una agrupación que reúne once editoriales y dos librerías (La madriguera del conejo y La valija de fuego).
En equipo se han encargado de que el país y el mundo conozcan La Ruta –ahora es solo La Ruta–: participaron en todas las ferias regionales, estuvieron presentes en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara y ahora viajarán a la de Los Angeles. Cada una se especializa en un nicho diferente: Luna Libros, en la poesía; Robot, en el cómic; Laguna, en la historia, y así sucesivamente. Se complementan para que su oferta sea fuerte y contundente, y así han confirmado que la unión hace la fuerza, pues ahora están en boca de todos. 
Sobrevivir
Aunque las independientes van por buen camino, en este momento solo tienen el 2,5 por ciento del mercado, según Enrique González, presidente de la Cámara Colombiana del Libro. Los seis mil ejemplares de Memorias por correspondencia no compiten con los 120.000 libros vendidos de ¿Por qué le pasan cosas malas a la gente buena?, de Planeta, la publicación colombiana más exitosa de 2012.
No obstante, quienes trabajan en el medio aseguran que la comparación entre las grandes casas editoriales y las independientes no debería plantearse, pues la estructura de cada negocio es diferente, así como su clientela y sus intereses a largo plazo. “Si nosotros imprimimos mil ejemplares y los vendemos todos, podemos ganar entre el 10% y el 20% –calcula Catalina González, de Luna Libros–. Para nosotros eso es suficiente, porque podemos reinvertir y sacar nuevas publicaciones”.
No buscan competir, pues ya tienen un público fiel que siempre vuelve. “Hay lectores, entre los veinte y los cuarenta años, que necesitaban nuestros libros–explica Escobar–, y unos más adultos que los compran para acercar a sus nietos a la lectura”.
Ahora incluso los buscan los escritores que eran publicados por multinacionales. Evelio Rosero, Darío Jaramillo Agudelo, Ricardo Silva, Andrés Burgos, Juan Carlos Garay y Fernando Gómez Echeverry han probado las mieles de la independencia y han entendido que cada libro se ajusta a una editorial diferente.
Se han ganado la confianza de lectores, escritores y colegas, y eso les ha permitido sobrevivir, ser fieles a sí mismas e ir consolidando un catálogo vivo que esperan que se siga vendiendo de generación en generación. “Tienen el potencial para ser, juntas, más grandes que Norma”, pronostica Enrique González.

Booktrailer de El libro de los ojos /Tragaluz editores.
Este será uno de los libros de los independientes que se lanzará en la Feria del Libro. Escrito por Ricardo Silva e ilustrado por Daniel Gómez Henao, El libro de los ojos, cuenta la historia de Los Cruz, una familia de oculistas que ha buscado por doscientos años la fórmula de los lentes para verse en el espejo sin sentir miedo, sin sentir culpa, sin sentirse feos.


  INFORMACIÓN TOMADA DE: 
http://www.cromos.com.co/cultura/articulo-146120-editoriales-independientes-seductoras-y-carismaticas

martes, 2 de septiembre de 2014

Agenda Cultural Corredor Cultural del Centro (Septiembre 3 al 10)

La  Agenda cultural del Corredor Cultural del Centro es una recopilación de todas las actividades de entidades públicas y privadas que en búsqueda del fortalecimiento de los imaginarios sobre el centro de la ciudad difunden todas las actividades relacionadas con el cine, la música, el teatro, contribuiyendo así con  la calidad de vida de los habitantes y visitantes de ésta zona de la ciudad.

Para consultar toda la programación de la Agenda Haga Click Aquí