El desarrollo de los ministerios de cultura en América Latina no ha sido un proceso uniforme. La discusión sobre si la cultura debería tener o no, una institución gubernamental, no es una cuestión zanjada o terminada.
Por: Nicolás Morales
Por el contrario, esta es una
discusión que sigue en proceso y que incluso, en algunos países, todavía
tiene un rango de debate. La razón es que muchas de las oficinas de
cultura podrían estar asociadas a otras instituciones más frágiles en el
carácter institucional como era el caso de Colcultura.
La conversión al
Ministerio de Cultura es sin lugar a dudas una decisión política que
está respaldada por una idea clásica de institucionalización. El hecho
de que en países como España oFranciaexistieran ministerios de cultura
tan consolidados, influyó en la decisión de crear este tipo de
entidades en los países que tenían un nivel formativo distinto. En el
caso colombiano, el entonces candidato presidencial, Ernesto Samper
Pizano decidió pasar Colcultura,que era un instituto de mucha reputación
y relativamente eficiente, al Ministerio de cultura.
La transformación
era riesgosa. Ramiro Osorio no era un director político y su gestión se
trataba más de una labor técnica. Bajo su dirección, Osorio logró
establecerlos cimientos de una entidad cultural amplia y con
posibilidades de crecer y expandirse.La creación del Ministerio
estableció una conciencia de que lo cultural no solo era un vector de
divertimento y entretenimiento, sino que por el contrario,se trataba de
algo mucho más importante en la conformación de una identidad dentro de
los procesos de construcción de país.
Autonomía del Ministerio
Las diferentes
direcciones que ha tenido el Ministerio muestran ocho interpretaciones
distintas de cómo hacer cultura y van desde las más prosaicas hasta las
más folclóricas. El Ministerio se ha ganado una autonomía que lo
diferencia de las otras instituciones gubernamentales y eso tiene que
ver con los reducidos recursos que recibe anualmente, por lo que es
menos apetecido por los políticos.
En definitiva, la
dirección del Ministerio en estos veinte años no ha sido permeada por la
política tradicional. Si bien falta todavía una conceptualización más
clara de lo que es la cultura, es una virtud de su dirección la mirada
conservadora –no en sentido político, sino técnico- que se ha mantenido
frente al patrimonio y las artes en el país.
No hay comentarios:
Publicar un comentario